Masculinidades en crisis, gurús del ligue y otras desgracias modernas
Vivimos tiempos curiosos: las mujeres avanzamos (con esfuerzo y a veces con furia) en derechos, autonomía y libertad sexual, mientras que muchos hombres… se nos quedan atrás. No todos, claro. Pero sí un grupo cada vez más ruidoso, enfadado y, lo que es más preocupante, peligroso.
Hablemos de la crisis de los hombres heterosexuales.
De esos que sienten que el mundo les debe algo, que no entienden qué ha cambiado y que se sienten perdidos porque ya no saben “cómo ser hombres”. No tienen referentes masculinos sanos, no se les ha enseñado a construir relaciones desde la igualdad ni a lidiar con sus emociones. Y en vez de mirar hacia adentro, algunos miran hacia TikTok.
Ahí entran los gurús de la masculinidad: tipos con barba, camisa apretada y un discurso que suena a mezcla de manual de autoayuda barato y “El arte de la guerra”. Les prometen convertirlos en “hombres de alto valor” a cambio de un curso, una mentoría o una membresía mensual. Les dicen que las mujeres solo quieren dinero, músculos y dominación. Les enseñan a ligar, sí, pero desde el desprecio, la manipulación emocional y los roles de género más ranciamente machistas.
Y mientras tanto, nosotras… intentando vivir en paz.
Porque todo este circo de machos en crisis no se queda en lo anecdótico: tiene consecuencias muy reales. Alimenta el resentimiento hacia las mujeres, refuerza la idea de que les “debemos” sexo o atención, y multiplica los discursos incels que ven a las mujeres como enemigas. El machismo de siempre, pero con filtros de Instagram y marketing agresivo.
Esto no es solo una cuestión de pareja o de “ligar mal”. Es una estructura cultural que reproduce desigualdad, violencia simbólica y, en muchos casos, violencia real. Y si no lo frenamos, si no apostamos por nuevas formas de masculinidad basadas en el respeto, la corresponsabilidad y la inteligencia emocional, la brecha entre los géneros será cada vez más grande.
Nosotras no vamos a volver atrás. Ni a ser menos. Ni a callarnos.
Así que, hombres, si de verdad queréis cambiar, empezad por escuchar, cuestionaros, desaprender y dejar de pagarle a un bro en Miami que os dice que las mujeres somos un premio por comportaros como capullos.
Ya está bien.
De gurús, de víctimas falsas, de masculinidad en oferta y de excusas.
Y sí, también está bien estar perdidos. Lo que no está bien es que nosotras tengamos que pagar el precio.