Durante mucho tiempo hemos cargado con una culpa que no nos corresponde. Cuando una relación se rompe, cuando nos sentimos solas dentro de una pareja, cuando el otro no sabe comunicar ni sostener, la narrativa es siempre la misma: “Es que eliges mal”, “tienes mal gusto”, “te gustan los casos perdidos”. Como si fuera una especie de tara personal. Como si fuera una lotería emocional en la que siempre nos toca el boleto roto por nuestra mala cabeza.
Pero no, no estás eligiendo mal. Estás intentando construir vínculos con hombres a los que el sistema no ha enseñado a vincularse.
La mayoría de los hombres heterosexuales han sido educados para no tener que hacerse cargo de lo emocional. Se les permite ser torpes en el amor, descuidados en el cuidado, analfabetos emocionales. Se les exime del trabajo interno, del autoconocimiento, de la empatía profunda. Y mientras tanto, a nosotras nos preparan para todo lo contrario: para ser la contención, el equilibrio, el cable a tierra. La que entiende, la que espera, la que cuida, la que se adapta.
Esto no es casualidad, no tiene mal ojo para el amor. Es patriarcado.
Un sistema que nos empuja a enamorarnos del potencial de los hombres, no de su realidad. Que nos educa para invertir tiempo, energía y autoestima en personas que no han aprendido a corresponder, solo a recibir.
Entonces no, no es que tengas mal ojo.Es que intentas amar dentro de un sistema que ha hecho de los vínculos heterosexuales un campo de batalla emocional en el que tú pones el cuerpo, la terapia y las ganas… y él pone su confusión.
Esto no significa que no existan hombres capaces de amar bonito, claro. pero son los menos. Porque salirse de ese guion requiere un esfuerzo que muchos ni se han planteado.
Y mientras tanto, tú ahí, preguntándote qué estás haciendo mal.
SPOILER: nada. Así que no es mala suerte o problemas para elegir.
Es que has evolucionado y ellos aun siguen enamorados de sus privilegios.